viernes, 24 de febrero de 2006

La Inquisición V. Para terminar

Acercarse sin prejuicios a la historia de la Inquisición es necesario para tomar posición de modo adecuado sobre realidades pasadas.

Obviamente los cristianos actuales no tienen culpa subjetiva por las actuaciones de otros bautizados en siglos pasados, de modo semejante mutatis mutandis, los Ministros de Justicia de ahora no tienen responsabilidad ante los errores y abusos de los tribunales civiles de los siglos XVI y XVII, aunque tanto unos como otros pueden sacar conclusiones de hechos pasados. Se debe tener en cuenta, por otra parte, que a la Iglesia, de la que se espera santidad, siempre se la mira con lupa para señalarla con dedo acusador, olvidando que sus miembros son falibles.

Cualquiera que mire en su pasado -tú mismo- encontrará muertos:

  • si eres español... ¿no habéis matado muchas más personas en nombre de España?
  • si eres alemán... ¿a cuántos judíos asesinasteis?
  • si eres musulman... ¿cuántos muertos en nombre del Islam?
  • si eres marxista... ¿y Stalin?, ¿ y Mao? ¿y...?
Pero nadie remueve esos muertos, ni los utiliza como arma arrojadiza: sería injusto. Nadie enarbola la bandera del Holocausto para atacar a los alemanes en general o al actual Gobierno alemán. Sin embargo, ¿por qué se se sigue aludiendo a la Inquisición para atacar a la Iglesia?

Sería interesante encarar este asunto con datos y argumentos, viajando mentalmente a la mentalidad de entonces. Si ahora la democracia, la tolerancia o la ecología son valores compartidos ampliamente en la sociedad occidental, para los hombres y mujeres de los siglos XIII al XVII, la religión, el honor de Dios y la defensa de la fe eran considerados bienes comunes, patrimonio de la mayoría, aunque tanto antes como ahora se cometan injusticias y abusos.

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