viernes, 10 de febrero de 2006

La Inquisición III. Un poco de estadísticas

Para hacerse una idea cabal del control religioso que ejerció la Inquisición es preciso afrontar los datos estadísticos. Hasta finales de los años 70 ha existido cierta confusión sobre el número de victimas mortales del Santo Oficio.

Desde la perspectiva actual, para un cristiano es inconcebible la pena de muerte por motivos ideológicos o religiosos: una sola muerte por esas causas es rechazable para nosotros. Pero las circunstancias de hace quinientos años eran otras: también la legislación civil aplicaba con frecuencia la pena capital y la religión era un valor preciado a defender incluso de modo cruento.
Las primeras cifras sobre victimas son de cronistas de la época (Pulgar, Palencia, Bernáldez): entre 1481 y 1488, etapa rigurosa en Andalucía, fueron ajusticiadas unas 2.000 personas, en su mayoría judíos bautizados que renegaban de su nueva fe. A partir del siglo XIX, se consideraron válidas (aunque más tarde se demostraron erróneas) las cifras globales aportadas por J. A. Llorente, secretario del tribunal de Madrid: el 9,2% de los juzgados.

En 1986, Contreras y Henningsen, dos expertos, publicaron las conclusiones de un estudio realizado sobre 50.000 causas inquisitoriales celebradas entre 1540 y 1700, etapa de gran influencia social de la Inquisición: su conclusión es que el 1,9% del total de encausados fueron condenados a hoguera. Referido a una etapa más amplia, Escandell afirma que entre 1478 y 1834 (refundación y abolición del Santo Oficio), se condenó a muerte al 1,2% de los juzgados.

En resumen, las victimas de la Inquisición fueron cerca de 5.000 en tres siglos y medio.

Es preciso aclarar, no obstante, que los ajusticiados por herejía no son las únicas víctimas: existían penas menores (cárcel, multas, penitencias, etc.) y además, las familias de los reos quedaban marcadas por la infamia durante generaciones (de ahí la importancia que se dio en la España del XVII a la "limpieza de sangre", es decir, a no tener antepasados falsos conversos del judaísmo o islamismo, perseguidos por la Inquisición).

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