No termino de ver que se pueda argumentar en contra de esta propuesta desde las premisas y argumentos que llevaron al legalizar el matrimonio homosexual en España como una ampliación de derechos... o desde los planteamientos que difunden el uso del preservativo entre los jóvenes considerando el sexo como un simple juego o una actividad divertida. Creo que esa lógica lleva a esta propuesta de manera coherente. La única duda es: ¿porque esa barrera de los 12 años?
Pedófilos holandeses van a lanzar un partido político para presionar por la reducción de la edad legal para mantener relaciones sexuales de 16 a 12 años y para legalizar la pornografía infantil y el sexo con animales.
El partido Caridad, Libertad y Diversidad (NVD, en sus siglas holandesas) dijo en su página web que se registraría oficialmente el miércoles, proclamando: '¡Vamos a sacudir a La Haya para que despierte!'.
La formación dijo que quería reducir la edad legal para las relaciones sexuales a los 12 años y eventualmente eliminar todos los límites.
'Una prohibición sólo hace que los niños sientan curiosidad', dijo Ad van den Berg, uno de los fundadores del partido, al diario Algemeen Dagblad (AD).
'Queremos hacer de la pedofilia un objeto de discusión', dijo, añadiendo que el tema había sido tabú desde que en 1996 el abuso infantil de Marc Dutroux escandalizara la vecina Bélgica. 'Hemos sido silenciados. La única forma es a través del Parlamento'.
'Salen ahí fuera como si quisieran más derechos para los niños. Pero su posición es que a los niños se les debería permitir tener contacto sexual a partir de los 12 años, por supuesto, sólo en su propio interés', dijo la activista anti-pedofilia Ireen van Engelen al diario.
El partido dijo que la posesión de pornografía infantil debería estar permitida aunque se debería prohibir la comercialización de ese material. La emisión de pornografía debería permitirse en el horario diurno de televisión, y sólo limitar a las horas nocturnas la pornografía violenta.
Los niños más pequeños deben recibir educación sexual y los jóvenes de 16 en adelante deberían poder participar en películas pornográficas y prostituirse. El sexo con animales debe estar permitido, no así el abuso a los animales, defiende el NVD.
La formación también dijo que a todo el mundo debería permitírsele ir desnudo en público.
El programa del partido también incluye ideas para otras áreas de la política, como la legalización de todas las drogas, tanto blandas como duras, o los billetes de tren gratuitos para todos. (Reuters)
miércoles, 31 de mayo de 2006
domingo, 28 de mayo de 2006
Por fin llegó la peli. El bódrigo Da Vinci
Como esta crítica -Diario Vasco, 19.05.06- me gusta y además es de alguien a quien conozco -Ricardo Aldarondo-, me permito "hacerle publicidad"...:
Una monja solitaria estaba, desde dos horas antes del pase de prensa de Cannes, a la puerta del cine, en protesta silenciosa. No deberían preocuparse tanto el Opus Dei, la Iglesia y demás estamentos. No debe sentarles bien que se presente a unos como secta y a otros como responsables de crímenes innumerables. Pero por lo demás, este conjunto de paparruchas es tan absurdo, inocuo y aburrido que en todo caso puede despertar algún interés en el cristianismo de siempre, al menos por buscar una historia más coherente. La teoría de El código Da Vinci es: "¿Y sí la historia más grande jamás contada es una mentira?". ¿Y si los cuatro evangelios de siempre no son los únicos, y además no son los buenos?". Pero si la alternativa que se propone es esta, vamos dados, sobre todo desde un punto de vista narrativo. La historia siempre contada de Jesús es, como poco, un magnífico relato. Mientras que El código Da Vinci (hablamos de la película, ya se encargarán de las comparaciones con el libro quienes hayan tenido la curiosidad de leerlo) es un disparate que amalgama a los templarios, los merovingios, la Mona Lisa, la pirámide del Louvre, el Santo Grial, los cilicios del enviado de Dios, la manzana de Isaac Newton y una María Magalena embarazada.
El soporífero pastiche se supone que va en pos de un gran secreto que es tan evidente desde el principio que se diría que se daba por hecho en la partida del relato. Pero no, resulta que es la gran revelación en el desenlace de una película que consiste básicamente en interminables discursos de la parejita que pasea por museos, catacumbas de París y Londres, básicamente, o de algunos sabios que se encuentran por el camino. El código Da Vinci funciona con una acumulación de pistas, claves y simbologías que descifrar, pero no contiene ningún ingenio narrativo ni enigmas inteligentemente construidos. Sólo una retahíla de revelaciones dichas como por adivinación, sobre todo por parte de un Tom Hanks que parece un iluminado más que un profesor.
Todo es grandiolocuente y rimbombante, sobre todo la música atronadora que enfatiza cada frase y cada acercamiento a alguna nueva revelación, para suplir el escaso interés de lo que ocurre. En los pocos momentos de acción, la película naufraga aún más: la persecución con el smart es chapucera, y la huida del avión, con explicación posterior, es de risa.
El código Da Vinci comete el peor de los pecados, al menos en el catecismo del cine, que es el de aburrir. No tiene personajes (el de los cilicios es de chiste), y no tiene actores sino bustos parlantes, a excepción de Ian McKellen. Es además, barata: utiliza recursos de película de misterio de serie B, y visualiza hechos históricos en unos flashbacks chillones, de pobres efectos digitales. Seguro que la estoica monja de la puerta estuvo más entretenida.
Una monja solitaria estaba, desde dos horas antes del pase de prensa de Cannes, a la puerta del cine, en protesta silenciosa. No deberían preocuparse tanto el Opus Dei, la Iglesia y demás estamentos. No debe sentarles bien que se presente a unos como secta y a otros como responsables de crímenes innumerables. Pero por lo demás, este conjunto de paparruchas es tan absurdo, inocuo y aburrido que en todo caso puede despertar algún interés en el cristianismo de siempre, al menos por buscar una historia más coherente. La teoría de El código Da Vinci es: "¿Y sí la historia más grande jamás contada es una mentira?". ¿Y si los cuatro evangelios de siempre no son los únicos, y además no son los buenos?". Pero si la alternativa que se propone es esta, vamos dados, sobre todo desde un punto de vista narrativo. La historia siempre contada de Jesús es, como poco, un magnífico relato. Mientras que El código Da Vinci (hablamos de la película, ya se encargarán de las comparaciones con el libro quienes hayan tenido la curiosidad de leerlo) es un disparate que amalgama a los templarios, los merovingios, la Mona Lisa, la pirámide del Louvre, el Santo Grial, los cilicios del enviado de Dios, la manzana de Isaac Newton y una María Magalena embarazada.
El soporífero pastiche se supone que va en pos de un gran secreto que es tan evidente desde el principio que se diría que se daba por hecho en la partida del relato. Pero no, resulta que es la gran revelación en el desenlace de una película que consiste básicamente en interminables discursos de la parejita que pasea por museos, catacumbas de París y Londres, básicamente, o de algunos sabios que se encuentran por el camino. El código Da Vinci funciona con una acumulación de pistas, claves y simbologías que descifrar, pero no contiene ningún ingenio narrativo ni enigmas inteligentemente construidos. Sólo una retahíla de revelaciones dichas como por adivinación, sobre todo por parte de un Tom Hanks que parece un iluminado más que un profesor.
Todo es grandiolocuente y rimbombante, sobre todo la música atronadora que enfatiza cada frase y cada acercamiento a alguna nueva revelación, para suplir el escaso interés de lo que ocurre. En los pocos momentos de acción, la película naufraga aún más: la persecución con el smart es chapucera, y la huida del avión, con explicación posterior, es de risa.
El código Da Vinci comete el peor de los pecados, al menos en el catecismo del cine, que es el de aburrir. No tiene personajes (el de los cilicios es de chiste), y no tiene actores sino bustos parlantes, a excepción de Ian McKellen. Es además, barata: utiliza recursos de película de misterio de serie B, y visualiza hechos históricos en unos flashbacks chillones, de pobres efectos digitales. Seguro que la estoica monja de la puerta estuvo más entretenida.
La responsablidad de los diarios en la exclavitud de mujeres
Diario "EL CORREO", 27 de mayo de 2006. ¿Es hipocresía, incoherencia o simplemente negocio?. En la página 6 una interesante entrevista a un experto sobre la prostitución que recojo a continuación... en las páginas 69 en adelante del mimso diario, un montón de anuncios que no hacen más que perpetuar esta forma de esclavitud:
«Legalizar la prostitución sería pésimo, la esclavitud se debe abolir». El experto húngaro participó ayer en unas jornadas sobre la prostitución en el palacio Europa
BEATRIZ CORRAL/VITORIA
El auge de la prostitución en Álava ha llevado al Ayuntamiento a realizar un diagnóstico sobre la situación de este sector en la ciudad. En este marco se centran las jornadas que durante dos días ha acogido el palacio Europa. Ayer fue el turno del psicoterapeuta húngaro Péter Szil, que abordó este fenómeno desde el punto de vista de los clientes.
-¿La prostitución es una lacra o un servicio inevitable?
-Es una lacra para la sociedad, una de las formas que más estigmatiza la violencia contra las mujeres y no es inevitable. Es un servicio en función de una demanda masculina, según unos cánones de sexualidad masculinos, relacionados con la pornografía y la desigualdad de poder.
-¿Por qué menciona la violencia?
-Porque la persona prostituidora recibe sexo de otra persona que en realidad no quiere tenerlo. Con el intercambio de dinero, el cliente puede ocultar ante sí mismo y la sociedad lo que es en realidad.
-¿A qué se debe que la mayoría de clientes sean hombres?
-Porque es una institución masculina. Es la demanda masculina más antigua del mundo.
-¿Qué buscan?
-La dominación, el poder. Establecer una relación de subordinación llevada al terreno de una falsa sexualidad.
-¿Cuál es el perfil de los clientes?
-En general, se trata de personas que no ven posible establecer relaciones de igualdad con las mujeres. Su imagen de ellas proviene de la pornografía, un modelo machista, y las ve como un objeto utilizable, no una persona.
-¿Hay mucha hipocresía en esto?
-Bastante. Por eso creo que hay que sacarlo a la luz y hacer estudios críticos de quiénes son los clientes para trabajar con la verdadera raíz de la prostitución. Nadie quiere hablar de qué es y en qué consiste, pero eso no es un trabajo como otro cualquiera. Echo en falta una visión de Derechos Humanos en este a sunto.
-Hay ciudades donde se multa a los clientes. ¿Es una buena idea?
-La iniciativa de poner trabas a los clientes o ponerlos en el foco de luz me parece muy buena para un país que carece de una legislación como la sueca. Allí se penaliza a los consumidores y no a las prostitutas.
Abolición, no castigo
-Álava tiene la tasa de prostitutas más elevada de Euskadi. ¿Es un negocio en auge?
-Claro. La industria del sexo, en la que incluyo la pornografía, el márketing de la prostitución se mundializa a través de Internet. Mueve intereses económicos enormes, y la mafia ha descubierto que el tráfico de mujeres es más rentable que las armas o los negocios.
-Para evitarlo, ¿legalizarla podría ser una solución?
-Al contrario, sería una medida pésima. La esclavitud no se legaliza, se abole, pero no hay que confundirlo con castigar a las prostitutas. En Suecia se realizan programas de reinserción laboral y dan ayudas. Una sociedad moderna no puede legalizar una forma tan denigrante de trato a una parte de la población. Nadie puede ser instrumento de otra persona.
-Algunas lo hacen porque quieren.
-No tantas, en términos mundiales representarán el 10%. La edad media de entrada en la prostitución es 14 años y va en descenso, hablamos de niñas violadas.
-¿Qué medidas podrían adoptarse para buscar una solución?
-Comenzar desde pequeños con la prevención. La pornografía ha relevado a la educación sexual de los jóvenes, es un modelo de adoctrinamiento machista, en el que las mujeres son objetos. Habría que educar a los jóvenes desde pequeños en conceptos igualitarios de la sexualidad. Y la sociedad tiene que tomar una posición muy clara contra los prostituidores, y ayudar a que las prostitutas tengan alternativas dignas.
«Legalizar la prostitución sería pésimo, la esclavitud se debe abolir». El experto húngaro participó ayer en unas jornadas sobre la prostitución en el palacio Europa
BEATRIZ CORRAL/VITORIA
El auge de la prostitución en Álava ha llevado al Ayuntamiento a realizar un diagnóstico sobre la situación de este sector en la ciudad. En este marco se centran las jornadas que durante dos días ha acogido el palacio Europa. Ayer fue el turno del psicoterapeuta húngaro Péter Szil, que abordó este fenómeno desde el punto de vista de los clientes.
-¿La prostitución es una lacra o un servicio inevitable?
-Es una lacra para la sociedad, una de las formas que más estigmatiza la violencia contra las mujeres y no es inevitable. Es un servicio en función de una demanda masculina, según unos cánones de sexualidad masculinos, relacionados con la pornografía y la desigualdad de poder.
-¿Por qué menciona la violencia?
-Porque la persona prostituidora recibe sexo de otra persona que en realidad no quiere tenerlo. Con el intercambio de dinero, el cliente puede ocultar ante sí mismo y la sociedad lo que es en realidad.
-¿A qué se debe que la mayoría de clientes sean hombres?
-Porque es una institución masculina. Es la demanda masculina más antigua del mundo.
-¿Qué buscan?
-La dominación, el poder. Establecer una relación de subordinación llevada al terreno de una falsa sexualidad.
-¿Cuál es el perfil de los clientes?
-En general, se trata de personas que no ven posible establecer relaciones de igualdad con las mujeres. Su imagen de ellas proviene de la pornografía, un modelo machista, y las ve como un objeto utilizable, no una persona.
-¿Hay mucha hipocresía en esto?
-Bastante. Por eso creo que hay que sacarlo a la luz y hacer estudios críticos de quiénes son los clientes para trabajar con la verdadera raíz de la prostitución. Nadie quiere hablar de qué es y en qué consiste, pero eso no es un trabajo como otro cualquiera. Echo en falta una visión de Derechos Humanos en este a sunto.
-Hay ciudades donde se multa a los clientes. ¿Es una buena idea?
-La iniciativa de poner trabas a los clientes o ponerlos en el foco de luz me parece muy buena para un país que carece de una legislación como la sueca. Allí se penaliza a los consumidores y no a las prostitutas.
Abolición, no castigo
-Álava tiene la tasa de prostitutas más elevada de Euskadi. ¿Es un negocio en auge?
-Claro. La industria del sexo, en la que incluyo la pornografía, el márketing de la prostitución se mundializa a través de Internet. Mueve intereses económicos enormes, y la mafia ha descubierto que el tráfico de mujeres es más rentable que las armas o los negocios.
-Para evitarlo, ¿legalizarla podría ser una solución?
-Al contrario, sería una medida pésima. La esclavitud no se legaliza, se abole, pero no hay que confundirlo con castigar a las prostitutas. En Suecia se realizan programas de reinserción laboral y dan ayudas. Una sociedad moderna no puede legalizar una forma tan denigrante de trato a una parte de la población. Nadie puede ser instrumento de otra persona.
-Algunas lo hacen porque quieren.
-No tantas, en términos mundiales representarán el 10%. La edad media de entrada en la prostitución es 14 años y va en descenso, hablamos de niñas violadas.
-¿Qué medidas podrían adoptarse para buscar una solución?
-Comenzar desde pequeños con la prevención. La pornografía ha relevado a la educación sexual de los jóvenes, es un modelo de adoctrinamiento machista, en el que las mujeres son objetos. Habría que educar a los jóvenes desde pequeños en conceptos igualitarios de la sexualidad. Y la sociedad tiene que tomar una posición muy clara contra los prostituidores, y ayudar a que las prostitutas tengan alternativas dignas.
martes, 16 de mayo de 2006
¿Rectificacion de Sony Pictures por el Código da Vinci?
“Es una película de ficción, no un documental. No queremos ofender a nadie”, reza el texto, firmado por Jim Kennedy, director de comunicación de Sony, la productora del Código da Vinci.
Quizás el director de comunicación de Sony en realidad quiso decir: “Es una película de ficción, no un documental. No queremos ofender a nadie. Ni siquiera a esos asesinos sádicos, masoquistas y mentirosos del Opus Dei”
Quizás el director de comunicación de Sony en realidad quiso decir: “Es una película de ficción, no un documental. No queremos ofender a nadie. Ni siquiera a esos asesinos sádicos, masoquistas y mentirosos del Opus Dei”
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