viernes, 2 de diciembre de 2005

¿Quién tiene la receta buena?

ONUSIDA, el Ministerio de Salud y los promotores de las campañas por el uso del preservativo para prevenir el SIDA lo hacen basados en prejuicios:

a) manifiestan un profundo desconocimiento de la persona humana pues no son conscientes de que en muchas relaciones de pareja, de matrimonios, la exigencia del condón supone provocar una brecha: es lanzar el mensaje de que "no me fío de ti" o bien "no te fíes de mi". Quizás a los promotores de las campañas les dé igual, pero a muchos hombres y mujeres, no les da igual.
b) parecen pensar que las relaciones sexuales entre los jóvenes son algo reflexionado, frío, planificado... cuando la realidad es muchas veces son fruto de la improvisación, de una "aceleración", e incluso de un exceso de alcohol u otros estimulantes; especialmente si esos jóvenes han recibido antes un bombardeo mediático planteándoles el sexo como un juego.
c) no se creen, no sé si por experiencia propia, que un hombre y una mujer puedan vivir la abstinencia o la fidelidad, por lo que no confían en esa estrategia.

En realidad sus campañas frivolizan el sexo, lo trivializan, hacen que un mayor número de jóvenes y a edades cada vez más tempranas se incien en el sexo y en muchos casos en una actividad promiscua.

¿Cuántas muertes están provocando esos prejuicios, esas actitudes? Tarde o temprano tendrán que darse cuenta de lo qué es realmente eficaz y tendrán que pedir perdón después de cargar sobre su conciencia millones de muertos y enfermos.

Curiosamente la incidencia del SIDA es infinitamente menor entre la gente que se toma en serio lo que dice la Iglesia y lo vive, que entre quienes no le hacen caso: ¿a ver si al final va a resultar que, a pesar de las críticas que recibe, la Iglesia tiene la receta que funciona?

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