martes, 13 de diciembre de 2005

Más información sobre la realidad de la financiación de la Iglesia

Miguel Villarejo en La Gaceta de los Negocios entrevista a Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de Asuntos Económicos de la CEE. Esto que adjunto no es textual: está basado en el original

¿Cómo van las cuentas de la Iglesia? La gente cree que estupendamente. Según 'El País', el año pasado el Estado les dio 3.000 millones de euros.
Cuando se habla de la Iglesia, uno piensa en la Conferencia Episcopal y en que debe de manejar una cantidad fabulosa de recursos, y no es así. Los famosos 3.000 millones de El País se destinan a pagar los conciertos de los colegios [casi 2.400 millones] y las clases de religión [unos 500 millones]. El Estado no está regalando ningún dinero a nadie. Está pagando el sueldo de los profesores y obteniendo a cambio un servicio. Y en mejores condiciones que cuando lo presta directamente, porque hay que ver cuánto cuesta una plaza en la escuela concertada y cuánto en la pública [1.800 euros y 3.700, respectivamente].

La Iglesia tiene un enorme patrimonio…
A primera vista. Ahora, si se entiende por patrimonio lo que las Normas Internacionales de Contabilidad definen como “inmovilizado”, es decir, todo aquel bien sobre el cual ejercitas un dominio y que es generador de recursos, pues el patrimonio de la Iglesia tiende a cero. La catedral de Burgos no le reporta al arzobispado ninguna cantidad. Al contrario, su valor es negativo, porque la conservación recae sobre él y no obtiene ingresos.

Pero reciben donaciones fabulosas…
Muchas de la donaciones se hacen con mandatos muy precisos: la formación del clero, etc. Ese dinero no lo puedo tocar. No puedo dárselo a los pobres ni arreglar una parroquia. Sólo puedo acometer proyectos de formación. La realidad es que fondos efectivos, de los que podamos disponer con libertad, tenemos poquísimos.

En Alemania tengo entendido que aún se paga el diezmo, pero en España la Iglesia no le cuesta al creyente nada más que lo que pone en el cepillo graciosamente cada domingo.
En Alemania funciona un impuesto religioso. Cuando fijas allí tu residencia, tienes que declarar públicamente cuál es tu confesión y parte de tus ingresos se destinan a sufragarla.

¿Y si eres agnóstico o ateo?
Da lo mismo. Pagas igual y el dinero lo mandan a otro lado.

Parece que en España los contribuyentes no aportan lo suficiente a través del IRPF y que el Gobierno se ve obligado cada año a realizar una aportación extraordinaria.
Vamos a ver, el Estado no nos da más dinero del que nos corresponde por ley. El Acuerdo sobre Asuntos Económicos especifica textualmente que el nuevo modelo de financiación debía proporcionar “recursos de cuantía similar” al modelo que sustituía. El sistema de la crucecita tenía que entrar en vigor en 1982, pero fue retrasándose y, en diciembre de 1987, el Gobierno socialista lo implantó mediante un real decreto con el que la Iglesia jamás estuvo de acuerdo.

¿Con qué no estaba de acuerdo?
Con el porcentaje concreto que debía destinarse a la Iglesia. Nunca se había estudiado cuál era el coeficiente que había que aplicar para que el resultado supusiese “recursos de cuantía similar” al modelo sustituido, y el Gobierno decidió unilateralmente aplicar el 0,5239. Es un número sorprendente. En Italia tenían el 0,8 y en otros países utilizan el 0,7 o el 1, todo cifras redondas. Pero aquí sale el 0,5239. ¿De dónde lo han sacado? La respuesta es muy simple. Se cogió la cantidad que recibía la Iglesia y se calculó qué parte suponía de la cuota íntegra del IRPF de todos los contribuyentes (católicos o no). El resultado fue el 0,5239. Esto es una barbaridad. Primero, porque no se pacta con la Iglesia, con lo que se está incumpliendo el Acuerdo sobre Asuntos Económicos. Pero es que, además, es totalmente irreal, porque para que la Iglesia siga percibiendo la “cuantía similar” haría falta que rellenen la casilla el 100% de los contribuyentes. ¿Cómo van a rellenar la casilla el 100% de los contribuyentes?

¿Qué ha pasado desde entonces?
En 1988, de las crucecitas salieron 42 millones de euros. El Estado debía entregar a la Iglesia algo más de 83 millones [la “cuantía similar” del año anterior, actualizada con el IPC]. Había una diferencia de 41 millones. Se acordó un periodo transitorio de tres años para acomodar el sistema y, entre medias, se nos compensó con el famoso “complemento presupuestario”. Entonces supuso casi el 50% de la asignación total, pero desde entonces ha ido reduciéndose y en 2003 fue de 19 millones. No llega ni al 15%.

No hay comentarios:

Publicar un comentario