La Iglesia recibe en total del Estado, a través del IRPF, 150 millones de euros y, sólo en Educación, le ahorra 3.983 millones. Y es que el Estado paga 4.000 euros anuales por cada plaza de colegio público. En cambio, a los concertados les paga casi la mitad. En cada plaza concertada, el Estado se ahorra más de 2.000 euros. Como la Iglesia educa en sus centros a 1.350.000 alumnos, las cuentas están claras.
Otro ejemplo: Sólo Cáritas ha empleado el año pasado 184 millones de euros entre los más pobres, y eso es más del total que recibe la Iglesia del Estado.
Más datos, sin carácter exhaustivo: Dos millones y medio de personas asistidas; medio millón de pobres atendidos; 334.000 personas atendidas en los dispensarios de la Iglesia; 26.000 niños en centros de tutela de la Iglesia; 72.000 ancianos en sus residencias; 60.000 voluntarios de Cáritas, o 2.800 voluntarios en las cárceles.
La Iglesia da mucho más de lo que recibe y, además, ese dinero que recibe no va a la Iglesia, sino a la sociedad. ¿Qué institución privada atiende a dos millones y medio de personas? No la hay.
Y el enorme patrimonio histórico que la Iglesia conserva y cuyas facturas paga. Con maravillas que casi todas son deficitarias, excepto para las ciudades que reciben el flujo turístico.
Y todo eso sin contar el enorme bien religioso que la Iglesia presta a la sociedad, con sus 22.700 parroquias, sus 20.000 curas, sus 70.000 catequistas o el millón y medio de niños y jóvenes que reciben formación espiritual y humana.
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